Reflexión de D. Matías.

Espero y deseo que nuestra estancia en esta comunidad os haya servido para aumentar vuestra fe, vuestra esperanza y vuestra caridad.

Después de ser elegido el Papa Francisco, tras los saludos y antes de dar su bendición, pidió que el pueblo le bendijera a él, hizo una inclinación y guardó silencio. Un gran gesto que llamó la atención.

Creo que no se ha captado su profundo sentido eclesiológico.Los gestos del Papa Francisco no son meros detalles para titulares de prensa. Suelen ser profundos y tienen un gran sentido evangélico, cristológico y eclesiológico.

Al reunirse cualquier asamblea cristiana se hace en nombre de la Trinidad. Y allí se manifiesta la presencia de Cristo. “Donde haya dos o más reunidos en mi nombre…” (Mt 18,20).
Por eso pidió la bendición a la asamblea. Para después poder bendecir él.La asamblea, el pueblo, los laicos, los feligreses, vosotros… sois los que hacéis presente a Cristo al constituiros en asamblea litúrgica.

Según la Constitución dogmática Lumen Gentium del Concilio Vaticano II sobre la Iglesia da una importancia central a la asamblea de creyentes. El orden de los capítulos de sta Constitución no es casual: el capítulo primero trata de la Iglesia Misterio y, en segundo lugar, como pueblo de Dios. Después habla de su constitución jerárquica, de los laicos, de la llamada a la santidad, de los religiosos, de la escatología y de la Virgen María.

No puede haber Iglesia sin pueblo de Dios y no puede haber parroquia sin feligreses.Todos sois sacerdotes desde el día de vuestro bautismo.

El sacerdocio nuestro, el de los que estamos en el presbiterio, es un sacerdocio ministerial: es MINIS, no MAGIS. Es, por tanto servicio a la comunidad, cargo, empleo, oficio u ocupación. O sea, el ministro es una persona que no obra para sí misma, sino en interés de otra persona, o sea, es un sirviente de Cristo y de la Comunidad.

La comunidad de Fátima continúa, porque no depende de D. Miguel o su vicario sino que de vosotros, de los diversos grupos que animáis y alentáis esta la comunidad y celebráis la fe en este templo, quienes la formáis.

Recibid al nuevo párroco con el cariño que habéis demostrado con nosotros, y sin perder el espíritu crítico.Recordad también que Cristo está presente en la asamblea, pero está presente en el sacerdote que le representa a Él.

Todos los sacramentos los preside Cristo y se sirve de sus ministros, servidores de Él y servidores de la comunidad.Está presente en la Palabra proclamada y en el Pan partido y compartido.En la Víctima que muere y resucita por nosotros en cada Eucaristía.

En el Altar, porque nos reunimos no en torno al sagrario sino alrededor del altar.Pero al terminar la Eucaristía el Señor no se queda aquí, va con nosotros.Espero y deseo que la estancia de D. Miguel durante 39 años en esta comunidad y mía durante ocho años os haya servido a todos para aumentar vuestra fe, vuestra esperanza y vuestra caridad.

Y, por último, os pedimos que nos recordéis en vuestras oraciones.